Katholisches Bibelwerk e.V.
Isaías 37
Voriges Kapitel: Isaías 36
1 Y sucedió que cuando oyó esto el rey Ezequías, rasgó sus vestidos, se cubrió de cilicio y entró en la casa del SEÑOR.
2 Envió entonces a Eliaquim, mayordomo de la casa real, con el escriba Sebna y los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías, hijo de Amoz.
3 Y ellos le dijeron: Así dice Ezequías: Este día es día de angustia, de reprensión y de desprecio, pues hijos están para nacer, pero no hay fuerzas para dar a luz.
4 Tal vez el SEÑOR tu Dios oirá las palabras del Rabsaces, a quien su señor, el rey de Asiria, ha enviado para injuriar al Dios vivo, y lo reprenderá por las palabras que el SEÑOR tu Dios ha oído. Eleva, pues, una oración por el remanente que aún queda.
5 Cuando llegaron los siervos del rey Ezequías ante Isaías,
6 éste les dijo: Así diréis a vuestro señor: Así dice el SEÑOR: ´No temas por las palabras que has oído, con las que los siervos del rey de Asiria me han blasfemado.
7 ´He aquí, pondré en él un espíritu, oirá un rumor y se volverá a su tierra; y en su tierra lo haré caer a espada.´
8 Entonces el Rabsaces volvió y halló al rey de Asiria peleando contra Libna, pues había oído que el rey había partido de Laquis.
9 Y les oyó decir acerca de Tirhaca, rey de Etiopía: Ha salido a pelear contra ti. Y cuando lo oyó, envió mensajeros a Ezequías, diciendo:
10 Así diréis a Ezequías, rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: ´Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.´
11 He aquí, tú has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todas las naciones, destruyéndolas por completo, ¿y serás tú librado?
12 ¿Acaso los libraron los dioses de las naciones que mis padres destruyeron, es decir, Gozán, Harán, Resef y a los hijos de Edén que estaban en Telasar?
13 ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?
14 Entonces Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó, y subió a la casa del SEÑOR y la extendió delante del SEÑOR.
15 Y Ezequías oró al SEÑOR, diciendo:
16 Oh SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel, que estás sobre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra. Tú hiciste los cielos y la tierra.
17 Inclina, oh SEÑOR, tu oído y escucha; abre, oh SEÑOR, tus ojos y mira; escucha todas las palabras que Senaquerib ha enviado para injuriar al Dios vivo.
18 En verdad, oh SEÑOR, los reyes de Asiria han asolado todas las naciones y sus tierras,
19 y han echado sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, de madera y piedra; por eso los han destruido.
20 Y ahora, SEÑOR, Dios nuestro, líbranos de su mano para que todos los reinos de la tierra sepan que solo tú, oh SEÑOR, eres Dios.
21 Entonces Isaías, hijo de Amoz, envió a decir a Ezequías: Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: Por cuanto me has rogado acerca de Senaquerib, rey de Asiria,
22 esta es la palabra que el SEÑOR ha hablado contra él: ´Te ha despreciado y se ha burlado de ti la virgen hija de Sion; ha movido la cabeza a tus espaldas la hija de Jerusalén.
23 ´¿A quién has injuriado y blasfemado? ¿Y contra quién has alzado la voz y levantado con altivez tus ojos? ¡Contra el Santo de Israel!
24 ´Por mano de tus siervos has injuriado al Señor, y has dicho: Con mis numerosos carros yo subí a las cumbres de los montes, a las partes más remotas del Líbano, y corté sus altos cedros y sus mejores cipreses; iré a su más alta cima, a su más frondoso bosque.
25 Yo cavé pozos y bebí aguas, y sequé con la planta de mis pies todos los ríos de Egipto.
26 ´¿No has oído? Hace mucho tiempo que lo hice, desde la antiguDIedad lo había planeado. Ahora he hecho que suceda, para que conviertas las ciudades fortificadas en montones de ruinas.
27 ´Sus habitantes, faltos de fuerzas, fueron desalentados y humillados; vinieron a ser como la vegetación del campo y como la hierba verde, como la hierba en los techos que se quema antes de que haya crecido.
28 ´Pero conozco tu sentarte, tu salir y tu entrar, y tu furor contra mí.
29 ´A causa de tu furor contra mí, y porque tu arrogancia ha subido hasta mis oídos, pondré, pues, mi garfio en tu nariz y mi freno en tu boca, y te haré volver por el camino por donde viniste.
30 ´Esto te será por señal: Este año comeréis lo que crezca espontáneamente; el segundo año lo que nazca de por sí, y en el tercer año sembrad, segad, plantad viñas y comed su fruto.
31 ´Y el remanente de la casa de Judá que se salve, echará de nuevo raíces por debajo y dará fruto por arriba.
32 ´Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte Sion sobrevivientes. El celo del SEÑOR de los ejércitos hará esto.´
33 Por tanto, así dice el SEÑOR acerca del rey de Asiria: El no entrará en esta ciudad ni lanzará allí flecha alguna; tampoco vendrá delante de ella con escudo ni levantará terraplén contra ella.
34 Por el camino que vino, por él se volverá, y no entrará en esta ciudad--declara el SEÑOR.
35 Porque defenderé esta ciudad para salvarla por amor a mí mismo y por amor a mi siervo David.
36 Y salió el ángel del SEÑOR e hirió a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; cuando los demás se levantaron por la mañana, he aquí, todos eran cadáveres.
37 Entonces Senaquerib, rey de Asiria, partió y regresó a su tierra, y habitó en Nínive.
38 Y sucedió que mientras él adoraba en la casa de su dios Nisroc, sus hijos Adramelec y Sarezaer lo mataron a espada y huyeron a la tierra de Ararat. Y su hijo Esar-hadón reinó en su lugar.
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