Katholisches Bibelwerk e.V.
Proverbios 7
Voriges Kapitel: Proverbios 6
1 Hijo mío, guarda mis palabras, y atesora mis mandamientos contigo.
2 Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi enseñanza como la niña de tus ojos.
3 Atalos a tus dedos, escríbelos en la tabla de tu corazón.
4 Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, y llama a la inteligencia tu mejor amiga,
5 para que te guarden de la mujer extraña, de la desconocida que lisonjea con sus palabras.
6 Porque desde la ventana de mi casa miraba por la celosía,
7 y vi entre los simples, distinguí entre los muchachos a un joven falto de juicio,
8 pasando por la calle cerca de su esquina; iba camino de su casa,
9 al atardecer, al anochecer, en medio de la noche y la oscuridad.
10 Y he aquí, una mujer le sale al encuentro, vestida como ramera y astuta de corazón.
11 Es alborotadora y rebelde, sus pies no permanecen en casa;
12 está ya en las calles, ya en las plazas, y acecha por todas las esquinas.
13 Y lo agarra y lo besa, y descarada le dice:
14 Tenía que ofrecer ofrendas de paz, y hoy he cumplido mis votos;
15 por eso he salido a encontrarte, buscando tu rostro con ansiedad, y te he hallado.
16 He tendido mi lecho con colchas, con linos de Egipto en colores;
17 he rociado mi cama con mirra, áloes y canela.
18 Ven, embriaguémonos de amor hasta la mañana, deleitémonos con caricias.
19 Porque mi marido no está en casa, se ha ido a un largo viaje;
20 se ha llevado en la mano la bolsa del dinero, volverá a casa para la luna llena.
21 Con sus palabras persuasivas lo atrae, lo seduce con sus labios lisonjeros.
22 Al instante la sigue, como va el buey al matadero, o como uno en grillos al castigo de un necio,
23 hasta que una flecha le traspasa el hígado; como el ave que se precipita en la trampa, y no sabe que esto le costará la vida.
24 Ahora pues, hijos míos, escuchadme, y prestad atención a las palabras de mi boca.
25 No se desvíe tu corazón hacia sus caminos, no te extravíes en sus sendas.
26 Porque muchas son las víctimas derribadas por ella, y numerosos los que ha matado.
27 Su casa es el camino al Seol, que desciende a las cámaras de la muerte.
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